Muchas personas hablan de amorosidad.
Es una palabra que no figura entre las palabras aprobadas por la Real Academia.
Pero no hay duda de que se refiere al establecimiento de vínculos amorosos y de actitudes amorosas en los distintos tipos de intercambios y de relaciones.
Es casi una filosofía vivir en estado de amor, es estar conectado al mundo por un cordón de luz, que ilumina las relaciones y las hace siempre agradables, independientemente de de que sean afectivas, familiares, profesionales o circunstanciales.
La amorosidad es una condición humana elevada, acerca a las personas a un conjunto de virtudes, pues en ella están incluidos el cuidado, el respeto, la confianza.
Trabajando en terapia individual, o en terapia de parejas, a veces le pregunto a mis consultantes: y esa actitud que tuviste, te parece amorosa?
También es importante registrar que sentimos en el tratamiento que recibimos de otras personas : se trató de actitudes amorosas?
La pregunta que debería estar siempre es: soy lo suficientemente amoroso/a con las personas que me rodean, con las que trabajo, con mis amigos/as. Y cómo puedo saberlo?
Una manera es si puedo conectar empáticamente con las personas con las que interactúo.
Y, cómo es esto de la empatía?
La empatía es la capacidad de comprender la vida emocional de otra persona, casi en toda su complejidad.
La empatía está referida entre otras cosas a la escucha activa, la comprensión y el apoyo emocional.
La empatía implica tener la capacidad suficiente para diferenciar entre los estados afectivos de los demás y la habilidad para tomar perspectiva, tanto cognitiva como afectiva, respecto a la persona que nos expresa su estado emocional.
Por lo cual, una de las principales maneras en que la amorosidad está presente en nuestras interacciones, es cuando podemos conectarnos empáticamente con los demás.